En toda Hispanoamérica existe una cultura musical muy rica. No importa en qué país te encuentres, las canciones de amor y desamor que se generan en estas tierras atraviesan todos los géneros musicales y todas las fronteras.
Latinoamérica, principalmente, cuenta con grandes exponentes, muchos de ellos provenientes de México, como es el caso de Luis Miguel o del gran compositor Armando Manzanero; en Argentina la riqueza artística también es muy prolífica, con cantantes de la talla de Patricia Sosa o Abel Pintos. Estos son sólo algunos ejemplos, pero claro está que a lo largo y ancho de todo el continente el talento crece como hongos después de la lluvia.
En los últimos tiempos muchas personas han asegurado que ritmos como el reggaetón o la bachata son contraproducentes, tanto para el romanticismo como para la altura poética de las composiciones, destacando, principalmente, la abundancia de letras que suelen denigrar a las mujeres o que no tienen un peso simbólico de relevancia.
En este aspecto queremos dejar claro que no estamos de acuerdo con tal afirmación, puesto que, si bien hay una buena parte de razón en dichas palabras, también consideramos que se trata de géneros que aún se encuentran en pleno desarrollo. Recordemos que estilos consagrados como el tango, por ejemplo, fueron considerados durante largos años como música baja o destinada a los estratos más humildes, mal etiquetados como faltos de conocimiento y de sensibilidad.
Es importante que las personas comencemos a ser un poco más tolerantes con las expresiones humanas, no sólo porque el derecho al libre pensamiento lo exige, sino porque si no aprendemos a respetar los gustos de los otros, si no somos capaces de comprender que somos todos iguales, pero que también somos todos diferentes y que es eso, justamente, lo que nos hace especiales, entonces este mundo nunca podrá alcanzar sus objetivos de paz… Y eso que estamos hablando sólo de música, pero hay quien dice que “para muestra, basta un botón”.