Al pronunciar la palabra imán, lo primero que posiblemente a muchas personas se nos viene a la cabeza es la capacidad de atracción, sin embargo es importante mencionar que este no es solamente un material de capacidad de atracción, pues científicamente se lo conoce como un mineral constituido por una combinación de dos óxidos de hierro, de color negruzco, muy pesado, que tiene la propiedad de atraer el hierro, el acero y algún otro cuerpo, lo anterior debido a que permite producir un campo magnético en su exterior.
En la actualidad existen diferentes tipos de imanes, unos de origen natural y otros fabricados de forma artificial. Por lo general los naturales manifiestan sus propiedades en forma permanente mientras que los artificiales o más bien dicho creado y hecho por la mano del hombre lo hacen por medio de la mezcla o alineación con diferentes metales. Otra forma de generar el magnetismo es mediante el principio que opera en los electroimanes
Ahora bien, la propiedad que tienen los imanes de atraer otros objetos se le denomina magnetismo, también llamada fuerza de atracción de los imanes, o Conjunto de fenómenos atractivos y repulsivos producidos por los imanes y las corrientes eléctricas. El magnetismo como ciencia pertenece a la rama de la física; es importante mencionar que este fenómeno no es nuevo, pues a través de la historia se conoce que los griegos conocían de él desde hace más de 2000 años, se atribuye a ellos su descubrimiento, pudiendo observar que ciertos minerales (imanes) podían atraer o repeler pequeños objetos de hierro.
Sin embargo y aunque no se desconoce la importancia de los griegos en este aspecto no fue hasta mediados del siglo XIX cuando se formularon teóricamente todas las interacciones de tipo eléctrico y magnético, resumidas en las ecuaciones de Maxwell.